lunes, 12 de diciembre de 2011

Capítulo diez:

Y aquí estoy yo.
Con él.
Con ese chico que ama a mi mejor amiga.
Con ese chico que me apoya, como no lo hace nadie en mucho tiempo.
Con ese chico que me hace tan feliz que, simplemente, parece que, estamos destinados a ser algo más que dos buenos amigos.
No, con ese chico, Hugo, las cosas no son como con Javier.
Javier, Dios.
Donde quiera que estés, vuelve.
Vuelve, lo necesito.
Lo necesito, joder.
Necesito un poco más de tu amor, porque sin ti, Javier, la poca vida que tengo, y el camino que aún me queda por recorrer se me hace más cuesta arriba que nunca.

Una lágrima resbala por mi rostro.
Estoy helada.

Javier me mira, y se quita la chaqueta.
Me la ofrece.
-Toma, te va a hacer bien.
Yo lo miro a los ojos, y en ese momento, siento miles de mariposas pasando a toda velocidad por mis entrañas.
Me apetece besarle.
Pero no, no lo voy a hacer.
¿Qué por qué? Ni yo lo sé.
Él cada vez está más cerca, con la chaqueta en la mano.

Cierro los ojos.
Y los veo, ahí, parados en mitad de ésta calle Madrileña.
Sin la nieve cayendo.
Sin éste frío.
Él y ella aún tienen miedo de ser descubiertos por Mario.
Miran a todos lados antes de besarse por primera vez.
Ella, verdaderamente, deseaba ese momento.
Y él, más de lo mismo.
Y al fin ha ocurrido.
Ella sonríe tímidamente.
Por el calor que hace aquí, tiene que ser Julio… Julio, o Agosto como mucho.

Vuelvo a abrir los ojos, y me encuentro con los de Hugo.
Él me sonríe.
Estamos en la misma acera en la que besé a Javier por primera vez.
Ambos miramos a todos lados, y cuando comprobamos que Valeria no está cerca, él me acaricia la mandíbula.
El moratón que se me quedó después de que Mario me golpease ha desaparecido.
Y con él, la mayoría de secuelas de la violación.
Ambos acercamos los labios; los míos a los suyos.
Y acabamos en un beso precioso, con la nieve de por medio, en el centro de Madrid, en la puerta de un Starbucks.

-Quería decirte que estoy enamorado de ti desde el primer día en que te vi.- Me susurra.
Y volvemos a besarnos.
Yo lo miro a los ojos.
Su mirada celeste me congela. Me mata, me quema.
No quiero que él esté tan dentro de mí, porque sé que si él lo está, tarde o temprano, me hará daño.
No me gusta nada que esto esté pasando.
No me gusta nada pensar que, si él me falla alguna vez, mi mundo volverá a caerse en pedazos.
Que sí, que él ha sabido cómo sanar las heridas que otros dejaron en mí, ¿Pero sabe controlarse para no hacerme otras mucho más profundas de lo que lo han sido jamás?
No creo, él, a fin de cuentas, es un chico.
Y los chicos, a la ligera, te hacen más daño que la peor de las drogas.
-Lo siento, Hugo, pero tengo que irme.
Él me mira a los ojos.
-¿Te vas, sin responderme?
Yo aparto la mirada.
-Me tengo que ir, lo siento.
Y le dejo ahí, en mitad de la calle, con miles de besos entre sus labios por regalarme, y un gran secreto que, por mi bien, no puede contar.
Nadie puede enterarse de que nos hemos liado.

Camino por la acera blanca por la nieve, y sin querer, le siento.
Le siento demasiado cerca.
Está cerca de mí.
Reconocería su perfume en cualquier parte.
Pero no, debo de estar delirando.
Ése que camina agarrado de la mano de Noelia no puede ser él.
No puede ser él quien acerca su boca hasta la de Noelia.
No, no puede ser él quien está besando a la que un día fue mi mejor amiga.
No puede ser él.
Sin embargo, lo es.
Javier.

La nieve cae sobre la hermosa ciudad de Madrid, ahora con más fuerza.
Una pareja se besa apasionadamente.
Y una tercera persona, ella, lo mira a él sin poder creerse que esté vivo.
Ella es Lorena. Lorena; yo.

2 comentarios:

  1. me encanta no puedo creer q este vivo!! o es un suño o nose jajja sube el sigiente porfaaa

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  2. :O comoo?¿? me deja flipada q esta vivoooo!! quiero el siguiente yaa!!

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