sábado, 10 de diciembre de 2011

Capítulo siete:

Estamos todos sentados, alrededor de una cachimba de las grandes.
Una chica rubia fuma descontroladamente.
La chica rubia es Marta.
Un chico tontea conmigo; Mario.
Javier está en la cocina.
Hay mucha gente.
Entre ellos, están Marta, Mario, Javier, Valeria; la mejor amiga de Marta y su novio Hugo.

-Tengo que hablar contigo, Lorena… ¿Subimos arriba? Allí no nos molestará nadie.- Me pide Mario, tocándome la rodilla.
Yo lo miro a los ojos. Sé que puedo confiar en él.
-Javier, voy arriba, espérame aquí.- Grito.
-Vale.- Se le oye decir a Javier desde la cocina.
Marta nos mira extrañada mientras subimos las escaleras que dan a la segunda planta, él y yo, cogidos de la mano.
Atravesamos un pasillo largo y llegamos a su cuarto.
Yo entro, y me tumbo en la cama, sin saber qué vendrá después.
-Dime.
-Pues, que te amo, Lorena.
Yo lo miro extrañada, mi corazón late descontroladamente.
Y él cada vez está más cerca de mí.
Me besa en los labios, y yo no aparto la cara.
Comienza a desnudarme lentamente.
Yo estoy un poco… Fumada.
Intento besarle en los labios yo a él, pero no logro enfocar bien.
-Quiero hacerte el amor.- Me susurra.
Yo quiero que pare, pero no puedo hablar.
No me sale la voz.
Me desabrocha el sujetador, y yo, le beso en el cuello.
Estamos los dos, sentados en la cama, haciendo algo que no debemos.
Los dos tenemos pareja.

Me vuelve a besar en los labios, y quiero que pare.
-Para, por favor.- Logro susurrarle.
Estoy algo mareada.
Él me pone una esposa en la muñeca, y la otra parte, la engancha en un barrote de la cama.
-Para, para.- Le susurro, y me calla con un beso en la boca.
Deseo que pare.
Pero no, no para.
Y hace lo mismo con mi otra muñeca, y con otro barrote de la cama.
Quiero que pare.
Pero no para.
Comienza a bajarme el vestido.
No quiero que me haga el amor.
Pero no para.
-Para, Mario, para.
Lo veo ponerse el condón.
Está excitado.
Y a decir verdad, borracho y fumado.
Me baja el tanga.
Y me besa en el cuello.
-¡Javier!, ¡Javier!- Logro gritar al fin.
-¡No grites!- Me pide, y se levanta de la cama, para cerrar la puerta.
Lo veo coger algo de la mesilla, y grito más aún.
Cuando está en la cama, me da un puñetazo en la mandíbula.
-¿Te vas a callar o no?- Me pregunta.
Yo grito más aún.
Grito el nombre de Javier, pero él no lo oye por culpa del volumen de la música.
Entonces, me pone una camiseta en la boca, de modo que no pueda gritar.
Y comienza a hacerme el amor.
Una y otra vez.
Y yo, comienzo a llorar.
Esto no me puede estar pasando a mí.

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